AGUA. - El agua es el componente principal de los seres vivos. Un cuerpo humano adulto esta compuesto aproximadamente por un 60% de agua, pudiendo llegar al 80% en el caso de un niño. El organismo mantiene el agua en su interior, con un equilibrio perfecto, gracias a los minerales y a las hormonas. Un 60% del agua se encuentra en el interior de las células (intracelular) y el resto (extracelular) es la que circula por los vasos sanguíneos (plasma) y la que baña los tejidos.
En el agua tienen lugar las reacciones que nos permiten estar vivos, ya que los enzimas que intervienen en la transformación de las sustancias que utilizamos para obtener energía, necesitan un medio acuoso para poder actuar. El agua es el medio por el que se comunican las células de nuestros órganos y por el que se transporta el oxígeno y los nutrientes a los tejidos. Es la encargada de retirar los residuos y productos de deshecho del metabolismo celular. Gracias al agua podemos regular nuestra temperatura, cuando la temperatura exterior es muy elevada, por el sudor o a través de las mucosas. El sudor enfría la piel cuando se evapora y ayuda a mantener la temperatura corporal. El agua mantiene blandas las distintas membranas del cuerpo e impide la fricción entre superficies tisulares. Sin un lubricante en el cuerpo, los órganos se pegarían entre sí y se desgarrarían. Los huesos se rasparían mutuamente y se astillarían, en vez de deslizarse suavemente en las articulaciones. Los músculos perderían su flexibilidad y no funcionarían como deben. Todos los órganos internos flotan en un océano de fluidos formado principalmente por agua.
Las personas necesitamos unos 3 litros de agua diarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. De ellos, aproximadamente la mitad, la obtenemos de los alimentos y la otra mitad debemos conseguirla bebiendo. En algunas etapas de la vida, así como en determinadas situaciones, estas necesidades pueden aumentar. Es muy recomendable beber agua nada más levantarse para activar los mecanismos de limpieza del organismo. Además del agua ingerida a través de los alimentos y de la bebida, en el organismo también se forma agua por los procesos oxidativos, alcanzando un valor diario que varía entre 300 y 350 mililitros.
El agua ingerida, junto con la que proviene de las secreciones digestivas (saliva, jugo gástrico, secreción pancreática, etc.) es absorbida casi en su totalidad en el tramo final del intestino delgado y en el intestino grueso, desde donde pasa a la sangre. La eliminación más abundante es a través de la orina producida por el riñón. En éste, después del filtrado glomerular, se forman 120 cm.3 por minuto, de los cuales se absorben unos 100 cm.3 en el tubo proximal y de 17 a 20 cm.3 en el tubo distal. La hormona antidiurética, secretada por la neurohipófisis, regula esta absorción. Por la sudoración también se excretan cantidades importantes de agua, que en climas cálidos, cuando se realizan trabajos físicos o cuando se tiene fiebre, puede alcanzar una cantidad importante. Esto habrá que tenerlo en cuenta para reponer las pérdidas convenientemente y que no resulten dañados los tejidos.
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